La bioética, vocablo que proviene de raíces griegas -de bio, vida y de éthos, conducta- se entiende que trata de las conductas relacionadas con la vida. De la sabiduría antigua heredamos el primer principio del arte de curar relacionado con la vida: «Primun non nocere», lo primero no dañar. De este modo, las conductas bioéticas se compendian en esa vieja regla de oro. Todo lo que daña la calidad de vida no es ético, cualquier conducta que atente contra ella no es lícita. En este principio se asientan la responsabilidad y trascendencia del acto médico que, de una u otra manera, tiene que ver con la vida.
Cualquier decisión médica supone una base moral, mas los nuevos descubrimientos están cambiando la Medicina y las mentes de los médicos también lo están haciendo, a la luz de los nuevos conocimientos sobre la biología humana y de la ubicación del Hombre en la naturaleza. Nuevos aspectos de las ciencias naturales, particularmente de la biología molecular y de la astrofísica, están llevando a la profesión médica hacia una nueva filosofía acerca de la salud y de la enfermedad, así como de los otros aspectos de la existencia humana. Los descubrimientos científicos están alterando la Medicina informando nuevas formas tecnológicas.
Nuevas herramientas diagnósticas y terapéuticas están aumentando enormemente la habilidad de los profesionales para detectar enfermedades y alterar su curso. Esta tendencia es acelerada y requerirá que ellos estén cada vez más atentos a su actualización y especialización para poder acceder idóneamente a su uso. Esta gran capacidad técnica que ofrece la Medicina actual está cambiando la relación entre la profesión médica y la sociedad, en muchos aspectos.
Existen nuevas situaciones cuya acelerada aparición no permite la rápida adaptación, ni de los profesionales del arte de curar ni de aquellos que dictan las leyes fundamentales para una mejor convivencia y beneficio social e individual.
Es así que las nuevas tecnologías llevan a los médicos a enfrentarse con los nuevos «dilemas éticos» que ocurren en el comienzo y en el final de la vida de los seres humanos.
Los procedimientos que permiten alterar los embarazos y nacimientos -la manipulación de óvulos, embriones, clonaciones, fertilización artificial, implantes-; los transplantes de órganos, la prolongación artificial de la vida -nuevas técnicas para la alimentación artificial, respiración asistida, diálisis renal- enfrentan a la comunidad, no sólo médica, ante decisiones éticas y morales que permanecen todavía en largas y teóricas discusiones.
Debido a que la medicina puede prevenir o curar muchas más enfermedades, los pacientes esperan de sus médicos mejores resultados y cuando esto no se cumple se ven en el derecho de apelar a la justicia explicando el auge de los juicios por mala praxis. A este respecto, recordando aquello de que «la verdad de hoy es la mentira de mañana», ninguna situación más alejada de la realidad que aquella en la que una vez sancionada una ley respecto de una situación determinada ya haya quedado desactualizada ante el avance de los conocimientos.
Una posición tomada hoy por un profesional respecto de un hecho médico nuevo, quizás mañana ya esté desactualizado y tenga que volver a replantearlo probablemente con otra solución diferente -ya hay algunos especialistas en bioética que están hablando de una Era postética-.
Todo esto contribuye a que cambie la práctica de la medicina. Quizás la tarea más dificultosa de la nueva profesión médica sea asimilar estas nuevas fuerzas y responsabilidades de un modo que preserve la tradicional y saludable relación médico-paciente para dar a los que así lo requieran, ayuda técnica y cuidado personal.
Ambos son esenciales, pero el incremento de la complejidad científica y tecnológica de la medicina de hoy -y del futuro- quizás esté distrayendo a los médicos de su obligación de brindar cuidados.
Para ellos, y para los que dictan las normas sociales para una convivencia dentro de la moral y de la ética, es un nuevo desafío que les propone la Medicina del Futuro.
Cualquier decisión médica supone una base moral, mas los nuevos descubrimientos están cambiando la Medicina y las mentes de los médicos también lo están haciendo, a la luz de los nuevos conocimientos sobre la biología humana y de la ubicación del Hombre en la naturaleza. Nuevos aspectos de las ciencias naturales, particularmente de la biología molecular y de la astrofísica, están llevando a la profesión médica hacia una nueva filosofía acerca de la salud y de la enfermedad, así como de los otros aspectos de la existencia humana. Los descubrimientos científicos están alterando la Medicina informando nuevas formas tecnológicas.
Nuevas herramientas diagnósticas y terapéuticas están aumentando enormemente la habilidad de los profesionales para detectar enfermedades y alterar su curso. Esta tendencia es acelerada y requerirá que ellos estén cada vez más atentos a su actualización y especialización para poder acceder idóneamente a su uso. Esta gran capacidad técnica que ofrece la Medicina actual está cambiando la relación entre la profesión médica y la sociedad, en muchos aspectos.
Existen nuevas situaciones cuya acelerada aparición no permite la rápida adaptación, ni de los profesionales del arte de curar ni de aquellos que dictan las leyes fundamentales para una mejor convivencia y beneficio social e individual.
Es así que las nuevas tecnologías llevan a los médicos a enfrentarse con los nuevos «dilemas éticos» que ocurren en el comienzo y en el final de la vida de los seres humanos.
Los procedimientos que permiten alterar los embarazos y nacimientos -la manipulación de óvulos, embriones, clonaciones, fertilización artificial, implantes-; los transplantes de órganos, la prolongación artificial de la vida -nuevas técnicas para la alimentación artificial, respiración asistida, diálisis renal- enfrentan a la comunidad, no sólo médica, ante decisiones éticas y morales que permanecen todavía en largas y teóricas discusiones.
Debido a que la medicina puede prevenir o curar muchas más enfermedades, los pacientes esperan de sus médicos mejores resultados y cuando esto no se cumple se ven en el derecho de apelar a la justicia explicando el auge de los juicios por mala praxis. A este respecto, recordando aquello de que «la verdad de hoy es la mentira de mañana», ninguna situación más alejada de la realidad que aquella en la que una vez sancionada una ley respecto de una situación determinada ya haya quedado desactualizada ante el avance de los conocimientos.
Una posición tomada hoy por un profesional respecto de un hecho médico nuevo, quizás mañana ya esté desactualizado y tenga que volver a replantearlo probablemente con otra solución diferente -ya hay algunos especialistas en bioética que están hablando de una Era postética-.
Todo esto contribuye a que cambie la práctica de la medicina. Quizás la tarea más dificultosa de la nueva profesión médica sea asimilar estas nuevas fuerzas y responsabilidades de un modo que preserve la tradicional y saludable relación médico-paciente para dar a los que así lo requieran, ayuda técnica y cuidado personal.
Ambos son esenciales, pero el incremento de la complejidad científica y tecnológica de la medicina de hoy -y del futuro- quizás esté distrayendo a los médicos de su obligación de brindar cuidados.
Para ellos, y para los que dictan las normas sociales para una convivencia dentro de la moral y de la ética, es un nuevo desafío que les propone la Medicina del Futuro.
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